Ya hace casi una semana que terminó el Fancine, tan intenso como de costumbre, y la tradición de un servidor manda que debe reposar el cuerpo antes de la publicación de la entrada final. Así que aquí estamos, tarde, como siempre, pero mejor que nunca 😉
Palmarés
Como apunta la nota de prensa, todos los premios han sido concedidos a películas asiáticas, algo que parece cuadrar más con el espíritu fancinero que muchos veíamos en todas partes menos en el jurado oficial: pero no ha sido así este año. Esta pista se confirmó al comprobar que fue Under the shadow la ganadora del Premio Universidad de Málaga al mejor largometraje, antes dotado con 6.000€ y, ahora, que ya no hay crisis, ¡con 9.000€! El premio a la mejor actriz ha sido para Narges Rashidi, protagonista de la película. Muy merecidos ambos reconocimientos, sin duda.
Sin haber visto todas las películas a concurso (me perdí algunas que consideré absurdas, y consideré bien visto lo visto, y otras por haberse agotado las entradas, como Train to Busan), no puedo posicionarme más de acuerdo con el jurado. ¡Por fin! ¡Un jurado fancinero 100% y cinéfilo! Tras el éxito de The battery, ciertos aspectos del palmarés siempre me habían parecido una chorrada colosal.
Aunque no haya sido la del premio gordo, la gran premiada de esta edición ha sido Train to Busan, que además del premio a los mejores efectos especiales por el jurado, ha aunado el gusto de público y prensa (con el primerizo galardón Gato Rabioso de medios acreditados) con sendos premios.
Y la tercera gran agraciada en esta edición ha sido Psycho Raman, que acumula 3 premios: mejor director (Anurag Kashyap), mejor actor (Nawazuddin Siddiqui) y mejor guion (Vasan Bala y Anurag Kashyap).
Por último, señalar que Creepy se lleva la mejor fotografía, precisamente por ser poco llamativa (o algo así), dicen.

En cuanto a los cortos, el Jurado Joven ha entregado los Premios Universidades Públicas de Andalucía (Proyecto Atalaya) a Seth de Zach Lasry (imagen real) y Decorado del director Alberto Vázquez (animación). El jurado joven es también el encargado de otorgar el premio Méliès de plata, galardón que lleva aparejada la selección para competir por el premio Méliès de oro al mejor cortometraje europeo fantástico. La película elegida para representar a Fancine en el festival europeo ha sido la película francesa de animación Of shadows and wings, de Elice Meng y Eleonora Marinoni. Con respecto al público, ha apostado por la suiza House Arrest, de Matthias Sahli, y por la también ganadora del Méliès de Plata, la francesa Of shadows and wings.
Conclusiones
Quizá con las expectativas demasiado altas tras el subidón del año pasado, con bombazos como The lobster, The assasin, Tag, Réalité o Son of Saul, este año el Fancine se nos ha hecho, a todos, muy poca cosa. Lo escuché de compañeros acreditados, lo escuché del público, lo escuché de amigos…
Sin embargo, y esto es lo paradójico, la dura bajada en la calidad cinematográfica de la programación de esta edición ha venido acompañada de un éxito de asistencia apabullante. Varios pases con las entradas agotadas y todo abarrotado, más que de costumbre. Mi teoría es que esto se explica precisamente por todo lo bien que estuvo el año pasado, y porque parece que al fin el Fancine ha roto la barrera de lo friki y empiezan a acudir a él públicos más heterogéneos, como pareció prever la gala inaugural. En todo caso, y comprobando de nuevo el palmarés de Sitges, no parece que este año haya sido precisamente bueno para la producción fantástica.
Es también destacable la mejora en la organización del festival a todos los niveles: prensa, comunicación (redes sociales y creación de contenido), actividades paralelas, etc.

Es curioso comprobar cómo, a excepción de Under the shadow, las mejores películas siempre se ubican en secciones fuera de concurso, por motivos que quizá mortales como nosotros desconozcamos por completo: Wild y The eyes of my mother en la sección dedicada a la mujer o Godzilla Resurgence y The survivalist (mi traca final de este Fancine, una obra de arte absolutamente recomendable) en la informativa.
X-tra(ck) anécdotas
Las 3 de la Sala 3
La maldición, al parecer, la llevaba yo conmigo. Y es que no fueron ni una, ni dos, ni tres sino tres las películas que no pude terminar de ver por fallos técnicos en el sistema de proyección de la sala: Momotaro: Sacred Sailors, K-Shop y Sam Was Here. Al parecer los problemas no son nuevos y, ajenos por completo al festival, dejan entrever una precariedad preocupante en la gestión del cine municipal (como recuerda un amigo: de los cines públicos más caros).
Los borrachos, un cuadro neorrealista
Viernes. 11 noviembre. Rondan las 00.50h en la Sala 1 del Albéniz, donde se está proyectando I am not a serial killer. Fuera hace una noche de perros. Dentro: calor y buen cine. Parece que, con estos ingredientes, hubo ciertos personajillos avispadillos que supieron ver el filón de las entradas a 2€, que no parecen ser suficiente medida disuasoria.
Seguramente, nuestros 3 protagonistas estuvieron bebiendo en el centro hasta que, o bien los echaron o bien se quedaron sin dinero, o sencillamente buscaban desesperadamente un lugar de recogimiento donde ahogar el frío interior que los acongojaba. Así pues, todos supimos desde el momento en que entraron en la sala, que no iban a ser unos visitantes educados: iban borrachos y querían que lo supiésemos.

Tras repetidos intentos de provocar el enfado general de la sala (tales como ronquidos falsos o conversaciones a viva voz), y la justa respuesta de ésta, llegó lo inevitable, lo que yo había imaginado minutos antes pero que no pude pensar que fuera a ocurrir: cuando la película iba más o menos por la mitad, se empieza a escuchar un ruido extraño, que no parece, además provenir de ésta, por lo que miro hacia atrás y ahí está, uno de los borrachos, vomitando, vomitando en pleno pasillo de la Sala 1 del Albéniz. Tranquilamente. Vomitando. Tal sería la cogorza que llevaba el susodicho.
Ante esta situación insoportable e insostenible, uno de los asistentes salió de la sala para avisar a alguno de los trabajadores del cine, que finalmente acompañó a nuestros entrañables borrachos a la salida, entrañables borrachos que nunca debieron entrar. Se agradece cierta laxitud en el cine, pero ante tal estado de embriaguez insostenible, se debió haber vetado la entrada. Sin más.
A pesar de haber contado todo esto como una novela de suspense / terror, debo admitir que la situación tuvo su cierta gracia (ninguna), y que aportó al pase una chispa de evento en vivo, de cosa efímera, de carácter irrepetible que no tuvo ningún otro 😉