28 Fancine. Dïa 2: el extraperlo

One Cut of the Dead

El terrible hype que la pareja cineasiática se encargó de crear antes de cada proyección que tenían el descaro de presentar, sumado a aquel molesto incidente con el personal de la sala*, hicieron que para mí este pase empezase siendo una verdadera pesadilla.

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Sin embargo, es cierto que la película es tan excesivamente divertida que consiguió cambiarme el mood más o menos pasado el ecuador del metraje. Aun con todo, admito que empiezo a estar bastante cansado de ese rollito metacine que no es más que meta-industria-del cine, queriendo ocupar un lugar antes reservado para el ensayo y ahora monopolizado por un banal suceso cinematográfico.

No es metacine, es cine sobre el show business. Puro entretenimiento –lo cual es en absoluto un mal carácter-.

*Por favor, ¿qué amante del cine –ya no sé por qué presupongo que la gerencia del Cine Albéniz está en esta categoría- permitiría entrar a la sala 20 minutos después de haber empezado la proyección? Pues no sólo lo permiten sino que, además, mantienen el derecho a ocupar el asiento asignado. Esto es: llega cuando te dé la gana al cine, que podrás levantar a media sala si es necesario porque tú, cliente, eres lo primero para nosotros. Luego está… ¡eso! ¡El cine!

Mandy

Creo que hay pocos intérpretes que, a su edad y con su trayectoria, hayan sabido entender tan bien su nuevo sitio como efectivamente lo ha hecho Nicolas Cage. Sabe que es un guilty pleasure –de los más culpables de los que admito ser pecador y reincidente- y explota esa faceta, protagonizando películas que deberían ser malas pero que ya ni lo parecen por culpa de una visualidad maravillosa como esta de Panos Cosmatos.

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Una narrativa rica en lenguaje de videojuegos y conducida por un leitmotiv tan universal como la venganza: así nada puede salir mal. La película es capaz de entretener, sobrecoger, asombrar y divertir a un espectador que se revuelca en la butaca de puro goce. La imagen no pierde potencia en un solo fotograma del metraje y la música de Jóhann Jóhannsson –aparentemente fallecido según los créditos finales- termina de convertir el visionado en una experiencia más que agradable.

Mandy recoge sin complejos todas sus influencias de estéticas gothic kitsch y las envuelve con una renovada y pulcra estética cinematográfica al alcance de cualquiera. Un acierto.

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Me quedé sin entrada para la de von Trier así que eso fue todo. Saber que la sala 1 del Albéniz estuvo abarrotada aquella noche complace aun siendo yo uno de los desgraciados que se quedó fuera. En otra nueva broma de los dioses, compré 2 entradas para la proyección del día siguiente, que finalmente no conseguí encasquetar a nadie. Una pena.