The Assassin
Es la primera vez que me ocurre esto, y procuraré que no vuelva a suceder o me veré obligado a realizar cambios profundos en mis cánones. Es la primera vez que estoy completamente de acuerdo con una afirmación del visceral Carlos Boyero (N.d.A: visceral es la palabra que un profesor me aconsejó que usase cuando yo dije que simplemente era gilipollas), que ya dijo todo lo que se tenía que decir de…esto. Boyero escribió lo siguiente en El País: «Me cuesta mucho imaginar a Hou Hsiao-Hsien rodando una película de acción, o simplemente en la que se entienda algo de lo que supuestamente pretende contar. The Assassin es tan plomiza, inútilmente esteticista, vacua e incomprensible como todo su cine anterior».
Poco que añadir sobre una película que más le valdría ser una pieza contemplativa de museo o parte de una conjunto de piezas audiovisuales para tratar el insomnio. Todo mejor que una película. Porque, que no os engañen: no lo es. Es insultante, pretenciosa, soporífera, innegablemente bella, monstruosa, impotente y absolutamente prescindible. Un engendro imposible de defender siquiera por el mismísimo diablo. Atención también a los cambios de formato gratuitos y completamente injustificados: «ay, que en este plano el instrumento es muy ancho y no cabe. ¿Hacemos un encuadre más abierto? Nah, mejor cambiamos el formato». What-the-fuck.
Su premio a Mejor Dirección en Cannes sólo puede entenderse desde la decrepitud y el letargo de su jurado, y desde la incomprensión del control de un director sobre una película, que no se limita a la planificación (en este caso, repleta de joyas, algo apabullante y verdaderamente premiable), sino que debe también encargarse de cerrar un producto que va a ser mostrado, no ya a un panteón de jueces muertos, sino al público. ¡Al público! ¡Ni siquiera hace el intento de explicar con claridad la trama! Bueno, pero ¿qué trama?
En definitiva: su premio y su visionado son un castigo y un insulto. Evitadla.
Son of Saul
Estoy confuso y frustrado. Todo el mundo (todo-el-mundo) habla de que es una obra maestra, y yo estoy de acuerdo pero no puedo dejar de preguntarme por qué, entonces, me dejó tan frío. Seré breve.
Quizá influyó verla justo después de The Assassin, que dejó mi predisposición al placer cinematográfico muy por debajo del recomendado por los expertos; o quizá fue cosa del cansancio acumulado; o de mi insensibilización mediática. La cosa es que me dejó, como digo, frío, terrible y macabramente carente de algún tipo de sentimiento.
No puedo hablar más de esta película porque sería seguir hablando de lo que a mí, por desgracia, me produjo: nada. Y no puedo hablar más de esta película porque todo lo que diga sonará vacío, por convencido que esté de sus virtudes. Sin duda, la revisionaré pronto, pues no me convence la idea de estar perdiéndome una obra tan magna a pesar de tenerla delante de mis narices. Ya veremos qué nos encontramos…
Deathgasm
Estoy comentando las películas en el mismo orden en que he ido viéndolas, y con esta me ocurrió que, sin comerlo ni beberlo, se convirtió en la primera experiencia verdaderamente fancinera de la semana.
Sin ser especialmente extraordinaria, Deathgasm consigue sin embargo crear una experiencia de visionado muy grata. Es, por fin, y no como Turbo Kid, una parodia de verdad. Es divertida, ingeniosa, exagerada y crítica, como toda parodia que se precie. No hace falta que te guste o que seas un entendido del heavy metal para que esta película te divierta a ti al mismo nivel que al resto de la sala. Es, también, una película perfecta para ver con buenos amigos.
Personalmente habría puesto aún más música y a un volumen aún mayor, para engrandecer la inmersión en su mundo, aunque supongo que esto es parte de la estrategia de hacer el visionado apto para el mayor tipo de público posible y no sólo para los más aficionados al género musical tan ridículamente asociado siempre al satanismo. Y esta es la virtud que más me sorprende: cómo nadie había hecho aún una película tan obvia y, sin embargo, tan divertida, inteligente y, en cierto sentido, autocrítica o autoparódica.
Ningún gag está fuera de lugar, todo está en su sitio. Encontré un pequeño fallo en el guion, un detalle sin importancia, que sorprende precisamente por estar, en general, bien escrito y cerrado. Sorprende de igual manera el ingenio con el que se resuelven ciertas escenas casi imposibles. Incluso se atreve a fundamentar, sin darse apenas cuenta, la existencia de las tribus urbanas (y unos de los principales argumentos por las que las defiendo): el protagonista le cuenta a la chica que a él le encanta escuchar esa música porque ve identificada su rabia y odio contra el mundo y así no se siente tan solo. Touché.
Es una comedia inteligente y muy bien realizada, pero es, sobre todo, una fantasía hecha realidad. Todo heavy que se precie verá proyectados en la pantalla algunos de los sueños que más recurrentemente le pasan por la cabeza mientras camina escuchando a sus grupos preferidos. Resumiendo: toda la mitología y simbología del satanismo metalero en una excesiva puesta en escena muy eficaz.
3 comentarios en “25 Fancine (II)”